Continúo con mi crónica personal sobre los tres días de talleres que Jan Jacob Stam desarrolló en Bilbao (el primero esta aquí). Las notas proceden de mis apuntes en las jornadas, pero como bien sabéis, de lo que uno dice a lo que otro escucha siempre hay un salto. Otra aportación a partir de este mismo evento la ha realizado Ricardo J. Sanchez Cano en su blog “Como pez en el agua”.
Hubo varios momentos en que J.J. Stam aportó su forma de entender el papel del facilitador en un proceso sistémico, sea o no una constelación. Así, desde su planteamiento, una organización es una dinámica en la que interactúan múltiples sistemas. Buscar la mejor solución para un sistema puede no ser lo mejor para otro. Pero no es la responsabilidad del facilitador encontrar la mejor solución, esa es la responsabilidad del cliente. La función del facilitador es darle al cliente una oportunidad de mirar a su organización como un sistema.
Otra aportación en relación al papel del facilitador se refiere que no solo ha de conectar con “lo que está”, sino también con lo que “no está”. Así cuando un cliente habla de “territorio hostil”, es porque ha de haber otro “no hostil”. Cada cosa tiene su contrario y es labor del facilitador integrarlo.
Y otra reflexión más: El trabajo sistémico es como colocar una moneda de canto. Puede caer de un lado o del otro, pero no es trabajo del facilitador decidir a que lado ha de caer. Esa es la responsabilidad del cliente.
También subrayaría la idea que nos expuso Jan Jacob Stam de cómo, desde una perspectiva sistémica, las resistencias en las organizaciones (al cambio, a una nueva propuestas,…) es el equivalente a la lealtad. Quién se resiste manifiesta lealtad a algo o a alguien. Por eso una pregunta importante en una entrevista con orientación sistémica es preguntar a quién quiere cambiar algo y no lo consigue “¿a qué o a quién estás siendo leal cuando sigues en el mismo sitio?”.
Compartió con nosotros su interés en explorar el peso de la persona en la función que desempeña en la organización ¿qué pasa si la persona toma más fuerza que la función? ¿y si ocurre lo contrario? Una de las constelaciones que se realizaron con cliente externo permitió visualizar muy bien este tema. Se trataba de una empresa familiar en la que persona y función estaban solapadas casi de manera absoluta.
De manera sintética recojo algunas otras ideas que me resultaron sugerentes:
·      El cambio comienza cuando aceptas al mundo como está.
·      Las organizaciones más conectadas con sus raíces y sus orígenes son más fuertes para afrontar las crisis y las situaciones potencialmente traumáticas.
·      Los valores, la visión, no sólo deben conectar con los ideales, con nuestros sueños de algo que aún no existe. Es esencial que vayan en sintonía con los valores reales que vivimos en el presente.
·      Cuando haces tu trabajo sabes cuando has acabado, cuando haces el trabajo de otro nunca sabes cuando se ha finalizado hasta que el cuerpo te manda un claro mensaje a través de una reacción física. Esta es la base del “síndrome del quemado”, de la somatización del estrés.
·      Los celos en las organizaciones surgen cuando los “lugares” que hay en ellas, están claramente ocupados, están “abiertos” o medio abiertos.
·      Hay que tener cuidado para que el trabajo en equipo no genere parálisis, siempre hay una persona que tiene que pasar a la acción, que tiene que actuar. Cuando se espera a que esa acción se haga colectivamente el equipo no avanza.
Termino este segundo post con una idea que me pareció muy sugerente: Lo opuesto a claridad es la precisión. Cuanto más busco detalle más pierdo la claridad sobre el sistema como dinámica global, menos claras resultan esas dinámicas.