Estoy impartiendo un módulo sobre participación ciudadana a alcaldes y concejales de municipios del País Vasco. Este viernes hay una edición específica para los ayuntamientos más pequeños. Forma parte del “Curso de capacitación para el trabajo político local” que organiza la Asociación de Municipios Vascos – EUDEL y abarca, en cuatro módulos, los principales ámbitos de interés para el desempeño de alcaldes y concejales. Este curso lo impartimos un equipo de profesionales de ESTRATEGIA LOCAL.

La participación ciudadana es otro de esos conceptos con los que muy poca gente se muestra en contra pero que significa casi tantas cosas como personas lo escuchan. Por ello, una de las primeras cosas a dejar claras es que concebimos la participación ciudadana como una forma de perfeccionar, de mejorar, de complementar la democracia participativa; no como una alternativa a esa democracia. Entre los mayores defensores de la participación encontramos también a quién la ve como un tipo de democracia diferente y superior a la representativa. Estas diferentes formas de entender la participación están muchas veces en la base de las polémicas sobre los límites y el alcance de la participación aunque raramente llegan a explicitarse con claridad.

Estas son algunas de las ideas fuerza que se plantean en el módulo y sobre las que trabajamos:

  • No hay fórmulas mágicas pero la participación ciudadana no se improvisa, requiere de un trabajo previo con el tejido asociativo y definir con mucha claridad que se entiende por participación ciudadana, cuales van a ser sus límites. En ocasiones, lo deslumbrante del concepto lleva a lanzarse alocadamente a realizar experiencias participativas sin una labor previa adecuada.
  • Los primeros pasos no son metodológicos sino políticos. La participación siempre tiene una base política. Lo importante no es tanto cómo vamos a realizar el proceso participativo sino la decisión política de dar un lugar a la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones. Cuando está premisa no está clara es fácil encontrarse con sorpresas.
  • Es importante que estén convencidos una buena parte del equipo técnico y político del ayuntamiento y, sobre todo, aquellos que se verán afectados tanto por el proceso como por las decisiones que resulten de este. Abrir una dinámica participativa implicando a “los de fuera” sin contar con el convencimiento “de los de dentro” es una decisión de alto riesgo.
  • Apostar por la participación ciudadana no consiste en redactar reglamentos o en crear órganos en los que tengan cabida los ciudadanos, como tampoco consiste en convocar más asambleas, al menos en primera instancia. Lo primero es apostar por nuevas maneras de hacer y de relacionarse con la ciudadanía que permita trabajar conjuntamente a políticos, técnicos y ciudadanos en un clima de colaboración.
  • Es importante saber que la participación ciudadana requiere de un tiempo para la construcción de confianza mutua. Para ello, además de tiempo es necesaria la paciencia y el despliegue de habilidades como la capacidad de escucha.
  • Antes de lanzarse a convocatorias genéricas es conveniente comenzar con encuentros a pequeña escala y haber realizado un trabajo previo mediante contactos informales con los actores clave.
  • Cuidar la “logística”: el lugar, la colocación, la forma, la agenda,…. A menudo los políticos y los técnicos no son las mejores personas para romper el hielo.
  • Hay que asumir la existencia de conflictos en el proceso. La construcción de consensos dependerá de cómo se gestiona ese conflicto. Pensar que por el mero hecho de desarrollar procesos participativos el consenso está asegurado lleva a la frustración inmediata. Cuando no hay una dinámica de relación con la ciudadanía y su entramado asociativo los primeros contactos van hacer brotar todo lo acumulado. Saber gestionar esa “explosión”, no entrar en la dinámica de justificaciones, evitar ver la discrepancia como el “caballo de Troya” de la oposición política, son algunos de los elementos que no se pueden olvidar para acabar con éxito el proceso.