La intriga llegó a su fin. Ya sabemos quienes son nuestros alcaldes y alcaldesas ¿ y ahora qué? La realidad municipal es enormemente compleja. Un ayuntamiento hace muchas y muy variadas cosas. Se hace cargo de mantener limpias nuestras calles, presta servicios sociales, ordena el tráfico, da licencias de obra, organiza actividades culturales, gestiona centros para personas mayores, promueve el uso del euskera, …. Un alcalde o alcaldesa, por buena que fuera no puede abordar por si sola con éxito una tarea de tal calibre. Una tarea que, además, se desarrolla en un contexto en el que hay múltiples intereses, frecuentemente en conflicto cuando no incompatibles.

Tenemos alcaldes, tenemos alcaldesas pero necesitamos equipos. Seguramente habrá quién responda rápidamente que también tenemos equipos, los equipos que forman las concejalas y concejales que han apoyado la investidura del alcalde. Pero un equipo no se genera por el mero hecho de ir en una misma lista electoral o apoyar a una misma persona para la alcaldía. Un equipo requiere de un proyecto compartido pero también de una distribución de roles que lo hagan existir como tal, que lo haga efectivo.

La experiencia nos muestra como, a los pocos meses de tomar posesión, muchos concejales y concejales se convierten en fervorosos defensores de los ámbitos de responsabilidad que les han sido encomendadas. Hasta tal punto lo hacen que las reuniones del supuesto equipo de gobierno se convierten en una dura pelea por obtener la mayor cantidad de recursos para el ámbito específico de responsabilidad. Cada uno a lo suyo, parece ser la consigna. Cuando esto se produce, el equipo de gobierno no existe como tal. No hay una verdadero proyecto articulador de la acción municipal, más allá de las grandes declaraciones que unen a esas personas en torno a un proyecto político.

Y si esto puede resultar complicado con un gobierno “monocolor”, de un solo partido, el desafío es aún mayor cuando se gobierna en coalición. Un gobierno de coalición no puede suponer la segmentación del ayuntamiento en reinos de Taifas, en los que cada partido actúa según su buen entender. La ciudadanía necesita de un liderazgo municipal, de una acción concertada capaz de llevar adelante un modelo de pueblo, de ciudad. Para ello, más aún cuando se gobierna en coalición, es imprescindible generar equipo. Un equipo que identifique lo que le une y sepa gestionar sus diferencias. Trabajar en equipo no supone homogeneidad o pérdida de identidad para nadie, sino encontrar la manera de aportar a un proyecto compartido manteniendo las identidades diferenciadas.

Por todo ello, consideramos que una de las primeras tareas que ha de acometer un alcalde o alcaldesa es la de construir su propio equipo, erigirse en líder del grupo de cargos públicos que le han apoyado y que conforman el gobierno municipal para afrontar el proceso de configurarlo y articularlo como un equipo. Las claves para lograrlo son sencillas de decir pero no tan fáciles de hacer. Construir un equipo implica básicamente generar confianza, crear un clima en el que se pueda tener la certeza de que, por acalorada que sea una discusión, ésta tiene como finalidad encontrar la mejor alternativa para el proyecto compartido, y no derrotar al oponente, sacarle ventaja o ganar poder.

¿Imposible? Miremos alrededor, miremos a las organizaciones públicas y privadas que nos rodean. Busquemos aquellas de más éxito y veremos que es posible. Lograrlo en el marco de la acción política nos parece especialmente importante para demostrar que es también posible otra forma de hacer política y que esa otra forma es capaz de lograr mejores resultados que la que conocemos mayoritariamente.

En el proceso de construcción del equipo pueden ser especialmente útil las labores de elaboración de un Plan de Legislatura, ya que pueden darnos un marco concreto y operativo en el que ir desarrollando las habilidades y competencias que se necesitan para llegar a ser un equipo que consigue el éxito en el logro de sus objetivos. Habilidades y competencias que tienen uno de sus pilares en la capacidad de realizar una escucha efectiva, una escucha orientada a entender el punto de vista del otro. Y no un escucha enfocada exclusivamente en cómo le voy a responder.

Para todo ello es necesario invertir tiempo en compartir, en trabajar en común, en generar espacios para ese trabajo en equipo.
Se inicia una nueva legislatura y como reza el proverbio Hindú “Toda larga caminata comienza con un primer paso.”  A nuestro entender el primer paso a dar no puede ser otro que el de dedicarse a conformar equipos.
Artículo escrito en colaboración con Roberto Otxandio