Otro aspecto a tener presente es que hay una fuerte dosis de percepción personal respecto a cuanto doy y a cuanto recibo. Por eso es importante que la organización sea capaz de generar espacios donde puedan abordarse las diferentes formas de valorar lo que se da y lo que se recibe. Cuando esas conversaciones no se generan y se enquista la percepción de ese desequilibrio (aunque el equilibrio pueda ser “objetivamente” evidente) el sistema se va a resentir. Evidentemente el desequilibrio puede darse en cualquier Dirección, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, incluso entre iguales.
Hace unos días Matín Alcandré publicó un post en Gestiopolis en el que se preguntaba que pueden esperar los empleados de sus empresas y aportaba ejemplos que encajan perfectamente con lo que estoy planteando.
Por otra parte, la administración publica esta llena de representantes políticos que llegan al desempeño de sus cargos llenos de ilusión y energía, entregando una cantidad de tiempo y esfuerzo que generalmente no encuentra reconocimiento. Incluso que lo que reciben es critica y sospecha de los fines ocultos de tanta entrega. Esos responsables políticos sienten también un fuerte desequilibrio con la entrega e implicación de muchos de los funcionarios que de ellos dependen.
Así, en conjunto, nuestras administraciones publicas, sufren las consecuencias sostenidas del incumplimiento de este principio. Muchos de los síntomas que queremos afrontar (absentismo, falta de implicación, confrontación sindical, falta de confianza, perdida de referencia respecto a las condiciones laborales de otros sectores,…) tendrían, desde esta perspectiva sistemica, su nutriente en estos desequilibrios entre el dar y el recibir. Sin duda que esos problemas no se agotan en esta explicación, pero me parece una mirada interesante que puede ayudarnos a entender porque parece que estemos dentro de un circulo que gira sin fin sin encontrar nunca la salida.
Totalmente de acuerdo, muchas gracias!
Isidor Torres.