Un equipo de dirección, en cualquier nivel de la organización, se enfrenta a dos retos. De un lado, cómo ser un buen equipo. De otro cómo ser un buen equipo directivo. Esta segunda perspectiva va más allá de su funcionamiento “interno” como equipo para centrarse en los requerimientos para ejercer ese atributo directivo. En este post comparto 15 claves para ser un equipo directivo efectivo.

1. Ser y sentirse equipo. Ayuda y apoyo mutuo. La mayoría de las personas que forman un equipo directivo son a su vez responsables de otro equipo. Ese equipo, más cercano a la actividad de la organización, tiene una fuerte atracción y, en ocasiones, hace que uno lo viva como “su verdadero equipo”. De esta manera, se visualiza al equipo de dirección como un lugar al que se va a que “no nos metan goles” y sacar todo lo que podamos para “nuestro equipo”. Es esencial que las personas que forman el equipo de dirección lo vivan como su equipo, tanto como el equipo del que son responsables. Es importante ser capaces de “cambiar de sombrero” para identificarse con la perspectiva global que un equipo directivo conlleva.

2. Marcar rumbo: visión y estrategia compartida. La labor principal de un equipo de dirección ha de ser identificar lo que se quiere llegar a ser y fijar la estrategia para conseguirlo. No se trata de un ejercicio formal de elaboración de declaraciones de Misión, Visión y Valores, sino de construir un relato de lo que se quiere lograr que conecte con las personas que forman la organización y de sentido a su trabajo.

3. Hacer que las cosas sucedan: llevarlo al día a día mediante objetivos alcanzables y retadores. Plantear un horizonte no es suficiente. Incluso puede resultar frustrante si luego lo que uno encuentra en su día a día es contradictorio con él. Por ello, un equipo de dirección ha de conectar esa mirada de futuro con el día a día de la organización ¿Qué tenemos que hacer este año para avanzar en la dirección que queremos? ¿qué tiene que hacer cada equipo de la organización, cada persona que la compone?

4. Realizar un seguimiento sistemático. El equipo de dirección ha de establecer una sistemática, esto es, ha de establecer cada cuanto tiempo va a revisar cómo va la organización en los aspectos que ha definido cómo claves para avanzar en el rumbo establecido. Según el entorno en el que la organización se mueva, esa seguimiento tendrá que ser semanal, mensual, trimestral,… en todo caso, al menos tres veces al año de tal manera que puedan tomarse medidas si se constata que no se avanza según lo esperado.

5. Gestión basada en datos. El seguimiento no puede realizarse sobre impresiones totalmente subjetivas. Un equipo de dirección ha de concretar qué información es significativa para saber cómo va la organización. Ha de establecer indicadores que configuren el cuadro de mando de la organización. Y un cuadro de mando no es la suma de toda la información existente, ni tan siquiera de los indicadores que usen los diferentes Departamentos o Servicios de la organización. Un cuadro de mando directivo ha de utilizar aquella información significativa para valorar el rumbo global y solo esa. Cada indicador ha de analizarse y seguirse en el nivel organizativo que le corresponda. Hoy no falta información, no faltan datos, no faltan indicadores. Lo que suele faltar no son las respuestas, sino las preguntas. Saber qué información es la realmente útil y significativa para la gestión.

6. Tomar “buenas” decisiones. Sobre todo, tomarlas. Un equipo de dirección ha de decidir y ha de hacerlo de la mejor manera posible. Siendo claro en los métodos que utiliza para tomar decisiones y entendiendo que la toma de decisión no es un momento, sino un proceso. Un proceso en el que es clave definir con precisión el tema a decidir; explorar las alternativas de decisión abriendo la mente a opciones que pueden no ser muy evidentes; establecer los criterios que han de utilizarse en la decisión y analizar cada opción sobre la base de esos criterios para poder fundamentar la decisión final. Y no olvidar que una buena decisión no termina cuando se adopta, sino cuando se evalúa su efectividad y se aprende de ello.

7. Focalizarse en lo estratégico no en lo cotidiano. Uno de los mayores riesgos para la efectividad de un equipo de dirección es que “el día a día le coma”, que dedique su tiempo y energía a apagar fuegos. Ambas cosas (preocuparse por el día a día y apagar fuegos) tendrá que hacerlas pero su efectividad estará directamente relacionada con el grado en que sea capaz de mantener espacios para una reflexión y una mirada más estratégica. Otra forma de perder esa mirada es dedicarse a la “microgestión”, al seguimiento obsesivo de los detalles, al control de todo lo que se hace.

8. Liderar: capacidad de influencia. Liderar es influir en una determinada dirección. Para influir es esencial conocer a las personas y a los equipos con los que trabajas.  Estar al tanto de sus inquietudes y problemas y generar un relato que las contenga. Todas las personas lideran, porque todas las personas influyen de una forma u otra. La pregunta no es si alguien lidera o no, sino en que dirección lo hace. Por ello el equipo de dirección ha de plantearse, como equipo ¿en qué dirección estamos liderando?

Continuará …