No, no es una nueva adaptación del “Corazón loco” que El Cigala y Bebo Valdés bordaron en su album Lagrimas Negras. Allí explicaban “cómo se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco” y, probablemente, a muchos de los que han conocido mi decisión de dejar la plaza de funcionario en el Ayuntamiento de Getxo les resulta todavía más dificil en este caso encontrar una explicación alternativa a la de la enagenación mental (espero que los amigos la consideren transitoria).

Toda mi vida profesional, más de 27 años, la he pasado en la administración pública, 19 de ellos en el Ayuntamiento de Getxo. Trabajar al servicio de la ciudadanía siempre me ha parecido uno de los trabajos con más sentido, que diría Alex Pattakos. He disfrutado y he crecido personal y profesionalmente poniendo en marcha el primer Centro de Salud Mental Comunitaria que se desarrolló en el País Vasco (el Area Experimental Uribe Costa Salud Mental), dirigiendo los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Getxo y contribuyendo a configurarlos como una organización referente en nuestra Comunidad Autónoma, asumiendo como Responsable de Calidad la tarea de impulsar la transformación de la gestión en el Ayuntamiento de Getxo que ha llegado a lograr la Q de Plata al superar los 400 puntos EFQM en una evaluación externa.

Evidentemente el Ayuntamiento de Getxo sigue siendo un lugar con desafíos interesantes. Sin embargo, siento que necesito abrir una nueva etapa en mi vida profesional. Una etapa en la que no cambia mi interés en contribuir a que las instituciones públicas sean un lugar estimulante para trabajar y unas organizaciones eficientes en la prestación de servicios a la ciudadanía. Una etapa, sin embargo, en la que quiero contribuir a ese objetivo desde otra posición. Una etapa más incierta pero más abierta a la innovación, a la exploración, más abierta a aquellos aspectos en que más valor puedo aportar y que más me pueden enriquecer. Una etapa para seguir aprendiendo, para volver a encontrar el impulso vital que estaba empezando a perder.

A partir del 1 de septiembre voy a cesar como funcionario público para empezar a trabajar como formador, coach y consultor para las administraciones públicas y, porque no, para aquellas organizaciones que consideren que puedo serles de utilidad. Sé que renuncio a cosas importantes pero lo hago desde la convicción personal de que con ello podré crecer y alcanzar otras. Me voy con la conciencia de haber dado lo mejor de mí a las organizaciones públicas en las que he trabajado. Me voy con un buen número de amigos y amigas con quienes he ido tejiendo lazos durante estos años. Me voy para seguir aportando al proyecto colectivo de mejorar nuestra administración pública, una administración que sigue siendo nuestra aunque no cobremos una nómina de ella.