Gracias a Nestor Sangroniz he tenido un rápido acceso al libro “Management inteligente. Constelaciones organizacionales en empresas“, de Claude Rosselet y Georg Senoner, prologado por Katia del Rivero. He digerido sus 190 páginas con rapidez. Me ha gustado la forma clara y sencilla con la que explican la utilización de herramientas sistémicas en las organizaciones. Pero sobre todo, me ha encantado su aproximación “laica” e “instrumental” a las constelaciones organizacionales.
Los autores subrayan cómo el conocimiento que mayoritariamente se maneja en las organizaciones, el que sirve para fundamentar las decisiones, es un conocimiento racional y explícito. Siguiendo el planteamiento de Michael Polanyi, utilizan el concepto de conocimiento implícito o tácito. La experiencia, la intuición, las emociones, las reglas no explicitadas,… constituyen un conjunto de conocimientos que están presentes en el sistema pero al que no se accede con facilidad, entre otras razones, porque resulta transparente para quién forma parte de ese sistema.
Rosselet y Senoner plantean las constelaciones organizacionales como una herramienta que permite aflorar ese conocimiento implícito, facilitando su articulación con una aproximación más racional: “Las señales débiles de nuestro contexto, que transmite nuestra intuición, se pueden transformar en datos a través de una clave que es la constelación sistémica. Estos datos se convierten en información confiable”
Así mismo indican que “la constelación sistémica en contextos de management se enfoca en la inteligencia social, sobre todo en los aspectos implícitos. La constelación da una visión más completa, que abarca los horizontes de la experiencia, los patrones del orden o las estructuras que motivan o rutinizan cierta práctica y que se encuentran en el núcleo de cualquier tipo de excelencia organizacional. La constelación sistémica captura el conocimiento social, como un tipo de cuarto código capaz de descifrar de manera adecuada aquellos datos que entran primordialmente a través de la intuición de los representantes”.
Y siguen, “En un nivel metodológico, esto ocurre, por un lado, porque la constelación retrata, o re-constela, una situación concreta en el espacio. Por otro lado, a través de la entrada de los representantes de la constelación, o a través del momento escénico, permite experimentar la lógica de la constelación a un nivel afectivo físico. De tal manera, amplía nuestra base de conocimiento considerablemente, pues integra la dimensión emotiva y la de la racionalidad”.
En consecuencia, no es que la constelación adivine nada o revele un saber superior. Lo que hace es aportar un marco que facilita a las personas que componen la organización el acceso a un conocimiento ya presente en el sistema, a una visión de lo que ocurre que subraya las relaciones, la estructura del propio sistema. La visión de la representación espacial de lo que está ocurriendo, la percepción de las emociones y las sensaciones físicas que los representantes transmiten, permiten abrir un dialogo posterior que orienta la acción en nuevas direcciones hasta ahora no exploradas.
La segunda parte del libro se plantea como guía para aplicar las constelaciones en las organizaciones y está más dirigida a personas con algo de conocimiento en la materia. Especialmente sugerente me ha parecido la forma totalmente instrumental con la que se plantean las constelaciones, mezclándolas con otras aproximaciones sistémicas y con metodologías propias de la gestión como los mapas estratégicos. Incluso planteando su uso de manera articulada con otras técnicas como el World Café o el Espacio Abierto de Owen, entre otras.
Gracias a EMANA, tenemos la oportunidad de ver y escuchar en directo a Georg en Bilbao, dentro del
Curso sobre constelaciones organizacionales y coaching sistémico que comienza en febrero de 2014. Si ya era impresionante el equipo docente del curso, habiendo leído a Senoner todavía tiene un mayor atractivo.
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