En ocasiones, nos planteamos tener una conversación con el objetivo de mejorar las cosas, ya sea una relación o la forma en que trabajamos. No es una conversación que nos resulte fácil. Nos armamos de valor para afrontarla y, sin saber muy bien cómo, lejos de lograr el objetivo, acabamos bastante peor que cuando comenzamos.

¿Te has planteado qué ha sucedido? ¿Has revisado el proceso seguido?

Lograr el éxito en una conversación difícil es, eso, difícil.

Lo que sí puedo asegurarte es que este decálogo es infalible y, si lo sigues, tu conversación será un desastre.

Sigue este decálogo para que tu conversación sea un desastre:

  1. No prepares la conversación. Total, para qué. Las cosas están claras y ya sabes cómo es la otra persona. Es cuestión de ir y decir lo que hay que decir. Además, con todo lo que tienes que hacer ¿vas a perder el tiempo con ese tema? Eso sin contar la pereza que da pensar en esa conversación.
  2. Vete a la conversación lo más enfadado posible. Que no te pille con la guardia baja. La situación es la que es y se tiene que ver lo enfadado que estás, ¡no es para menos! Cuanto más enfadado, enfadada te muestres más fuerza pondrás en la discusión y más posibilidades tienes de lograr lo que pretendes.
  3. Ten la conversación en cualquier lugar. Va a dar lo mismo dónde habléis, el lugar es lo de menos, lo importante es dejar las cosas claras. Así que ¡donde le pilles, se lo dices! Y si hay gente cerca que lo pueda escuchar, mejor, así aprenden cómo funcionan las cosas en esta empresa.
  4. Empieza la conversación diciendo lo que está mal o lo que no te gusta. Cuanto más rápido y más al grano vayas, mejor. Dile con claridad lo que pasa y lo que no quieres que siga haciendo. Déjate de preámbulos y de dar vueltas inútiles.
  5. No dudes, tú sabes perfectamente lo que ha pasado. Que no te venga con historias, con explicaciones para justificar lo injustificable. Sabes con exactitud cómo son las cosas y qué ha sucedido. Que no se le ocurra plantear que hay otras formas de ver lo ocurrido; la verdad es la verdad y tú sabes a ciencia cierta cuál es.
  6. No hagas preguntas. ¿Para qué formular preguntas?, ¿para animarle a inventarse explicaciones?, ¿para que piense que tienes dudas sobre lo que pasó y se aproveche de ello?
  7. Deja claro que la responsabilidad es suya. Nada de circunloquios. Es esa persona la que te hace sentir así, la que ha generado los problemas que estás viviendo, la que no quiere hacer lo que tendría que hacer, …. No se trata de llegar a ningún tipo de acuerdo. Tan solo tiene que asumirlo y actuar tal y como tú le planteas.
  8. Cuando hable céntrate en descubrir sus intenciones. Seguro que no puedes impedir que diga algo. Intenta que hable poco, que no se enrolle. Y cuando hable, estate atento para descubrir las verdaderas intenciones de lo que dice; seguro que trata de ponerte en ridículo, o de aprovecharse de ti, o …
  9. No intentes entender a la otra persona. No hay nada que entender. Ha hecho lo que ha hecho y ya sabes por qué lo ha hecho. Es esa persona la que tiene que entender cómo son las cosas y cómo debería comportarse.
  10. Nunca te plantees parar la conversación. Si no le gusta lo que oye que se aguante, que a ti tampoco te gusta haber tenido que mantener esta conversación. Y ahora que la has empezado ¡vas a ir hasta el final con ella!, caiga quien caiga. Y si te dice que lo dejéis para otro momento en que estéis más calmados, ¡ignóralo! Ya sabes, atento a la intención. Seguro que busca ganar tiempo para pensar argumentos y poder salirse con la suya.

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Este post ha sido publicado inicialmente en el blog de EMANA.